Tony Alleyne es un trekkie de corazón cuyo sueño era transformar su departamento en una réplica exacta de la nave espacial de Star Trek Voyager.
Pero terminó por declarar su bancarrota. Tenía una deuda de £100.000 libras, acumuladas en sus catorce tarjetas de crédito.
Su plan era gastar todo lo que fuera necesario, confiado en que, tarde o temprano, algún rico fanático de Star Trek compraría su invención. No sucedió así, y hoy no parece haber final para el estelar desastre económico en el que se ha visto envuelto.
¿Algún interesado?
Por Maximiliano Ferzzola / MadMax