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Triangle Strategy [REVIEW]

Canción de Sal y Acero

¿Se puede hacer un rpg táctico, ambientado en un mundo de fantasía épica, donde todo gire alrededor de movidas políticas? Sin dragones, sin razas locas, apenas un poco de magia y algún que otro bicho raro. Sin profecías ni semidioses queriendo comerse el Sol con ensalada: solo seres humanos tratando de forjar una alianza. Triangle Strategy intenta convencernos de que esto es posible, incluso mantenernos despiertos mientras lo ejecuta. ¿Lo consigue?

Basta con verlo en acción unos segundos para notar la fuerte influencia de clásicos como Final Fantasy Tactics y Tactics Ogre. Desde lo jugable, Triangle Strategy se apoya en estos títulos inoxidables, y complementa con una hermosa estética, estilo Octopath Traveler. Es decir, un bonito pixel art que suma oclusión ambiental y otros buenos efectos modernos.

A pesar de resultar tan agradable de movida, en su comienzo debe luchar con un límite autoimpuesto: una historia que se esfuerza, a veces de más, con ser “adulta” y “seria”. Si bien estamos en un mundo donde existe la magia, las aristas fantásticas son mínimas. En este sentido, esperen un juego donde el mayor peso lo tiene la intriga política, tanto que lo podríamos llamar —en lugar de “jRPG”— “jGT” (japanese Game of Thrones).

¿Cómo era tu nombre?

La introducción, para dar contexto y presentar a los personajes —una cantidad ingente, nivel película de Robert Altman— es larga y densa. No sé si podría existir una mejor manera de “ponernos en autos”, pero les puedo asegurar que las dos primeras horas son un embole. 

Como decía más arriba, el esfuerzo que pone Triangle Strategy en demostrar que es un juego adulto, a veces lo hace descarrilar. Por ello, los diálogos cargados de formalidad —aún entre personajes amigos de toda la vida— empina la introducción cuesta arriba.

En otras palabras… todo bien, pero ni en el medievo más oscuro dos amigos hablaron de este modo: “vuestra merced, ¿le apetece comerse el último embutido? No quisiera importunarlo, pero su semblante rebosa de una gestualidad que denota hambre y, tal vez, ansiedad. Mis disculpas si estoy siendo atrevido o pasándome de la raya”, en lugar de “Comete la última salchicha, mi loco, que tenés una cara de lija que no das más”.

Por supuesto, para ser justos, hay que decir que —tras el inicio soporífero— eventualmente Triangle Strategy logra mantener nuestro interés y engancharnos. Vale advertir que, los frecuentes y extensos diálogos —necesarios para presentar y desarrollar un drama de este tipo—, continúan durante todo el periplo. Tampoco vayan a pensar que se transforma en una rave, ¿eh?

Claro que, a pesar de este “enganche”, tanta formalidad y diplomacia acartonada deviene en que nos lleva mucho tiempo sentir cariño por los personajes. Los extensos diálogos logran definir las distintas personalidades con claridad, pero la retórica es un freno para la empatía

¿Piedra, papel o tijera? Más bien “Sal, acero o comercio”

El juego nos presenta a Norselia, un continente donde existen tres países principales. Por un lado, tenemos a Fraguahelada, principal productor de hierro. Dunálgida tiene las más importantes minas de sal, el recurso más valioso del continente. Y por último, está Glaucoburgo, especialistas en el comercio.

En el pasado, las tres naciones mantuvieron un cruento conflicto bélico a raíz de estos recursos. En la actualidad, tras décadas de paz, todos parecen estar abocados a mantenerla a base de diplomacia. Pero, como es de esperar, en un momento se pudre todo y estalla un nuevo conflicto. ¿Qué es lo que pasa? Y, si les cuento, les mato uno de los giros relevantes de la historia. Tan sólo sepan que está muy bien armada, con complots, asesinatos, traición y lágrimas.

Estrategia democrática

Nuestro personaje principal es Serinoa, de la casa Wolffort, principal vasalla de Glaucoburgo. Si bien es el líder de un variopinto grupo con diferentes habilidades, su palabra no es ley. Cada decisión que tomemos está sujeta al voto de los integrantes del grupo.

Así, esta mecánica nos acompaña en toda la aventura y resulta uno de los mejores ingredientes de Triangle Strategy. Cada vez que tomemos una decisión, debemos convencer a nuestros compañeros para que vayan en nuestra dirección. O, al menos, para que no nos caguen la vida. Cada uno de ellos tiene una orientación marcada en tres temas principales: moralidad, libertad y pragmatismo. 

Al principio resulta fácil influenciarlos, pero avanzado el juego las cosas se complican. De hecho, mis decisiones más impopulares —cuando veía que no iba a conseguir lo que quería— tuve que decantarme por empujar la votación hacia lo “menos malo”.

De todas formas, tenemos herramientas para mejorar nuestras oportunidades democráticas, lo cual no implica que sea fácil o liviano. El juego tiene una estructura que se repite continuamente: una fase de pesquisa, donde podemos obtener ítems e información útil a la hora de la votación; la votación en sí y luego el conflicto bélico.

También debemos tener en cuenta que nuestras respuestas individuales definen nuestra personalidad, según las tres vertientes de pensamiento (moralidad, libertad y pragmatismo). Luego, esta base y la información obtenida de las pesquisas, se convierten en instrumentos para influir, habilitar nuevas opciones de diálogo e incluso reclutar nuevos personajes afines.

Por supuesto, hay momentos donde nos sentimos “sucios” cuando no le decimos a nuestros compañeros lo que pensamos, sino lo que sabemos que quieren escuchar. O incluso cuando el resultado de la votación nos empuja a caminos impensados y espinosos. Y es aquí donde, a pesar de unas suculentas 45 horas de campaña, radica el valor rejugable… ¿Hubiera sido mejor seguir otro camino? Bueno, ¡solo queda iniciar un nuevo juego y probarlo!

Se acabó, tengo el terreno alto

Cuando llega el momento de repartir sopapos, Triangle Strategy brilla con un sistema simple pero muy satisfactorio. El movimiento en cuadrículas, los turnos y el aprovechamiento del terreno elevado está presente, tal como la moral y la buenas costumbres lo indican en este género. También, es necesario planificar de manera cuidadosa las jugadas, ya que podemos meter golpes críticos si agarramos a un enemigo de espaldas.

Adicional a esto, si hacemos un “sanguchito” —un personaje por delante y otro por detrás—, tenemos la posibilidad de hacer un ataque en conjunto en el mismo turno. Pero a tener cuidado, porque también nosotros podemos ser víctimas de esta táctica.  

Por otra parte, la evolución de los personajes y su equipamiento tiene la profundidad justa. Nos da un buen abanico de opciones para perfilar magos de curación, de ataque, tanques, ataque a distancia e incluso habilidades especiales, como clonarse o realizar ataques devastadores. No nos agobia en ningún momento, pero está lejos de ser una simpleza.

En definitiva, a pesar de tener un inicio con una marcada falta de ritmo, Triangle Strategy nos termina atrapando. La intención de generar una historia adulta —donde el gancho no son los seres sobrenaturales, sino las movidas políticas— llega a buen puerto más temprano que tarde. Si a esto sumamos su impecable presentación, una mecánica notable (la votación) y un sistema de combate que no es novedoso —pero está muy pulido—, tenemos uno de los mejores rpg tácticos de los últimos tiempos. Seguro que a Tyrion Lannister le encantaría este juego. [i]


DESARROLLADO POR: Square Enix
DISTRIBUIDO POR: Nintendo
GÉNERO: RPG Táctico
DISPONIBLE EN: Nintendo Switch.

QUÉ ONDA: Game of Thrones tiene un pibe con Final Fantasy Tactics.
LO BUENO: La trama. El sistema de votación. La presentación general. Sistema de combate muy pulido. El valor rejugable.
LO MALO: Al inicio, embola fuerte. Los personajes generan poca empatía. Hay muchas escenas, en especial las secundarias, que son redundantes, no aportan nada y contribuyen a menguar el ritmo de juego.

Este análisis de Triangle Strategy fue realizado a través de un código de Nintendo Switch provisto por sus desarrolladores.

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