Furon Attacks!
Con un abismo de quince años y dos generaciones de consolas de por medio, vuelve el irreverente Crypto en este remake de Destroy All Humans! ¿Para qué? Bueno, ¿no es que haya que leer entre líneas, no? ¡Para destruir humanos!
Luego de una cruenta guerra —donde quizás abusaron de las armas radioactivas— los genitales furones quedaron inutilizados. Hay un rumor que dice que, toda la generación expuesta a esta radioactividad, tiene las gónadas del mismo color que la cara de Donald Trump.
Así, para evitar la extinción, a esta raza alienígena no le ha quedado más solución que duplicarse artificialmente a sí mismos. Clonarse es menos divertido que tener sexo, pero sin dudas es mucho más cómodo en verano.
Ocurre que toda copia se termina degradando, de manera que a los últimos furones les estaría costando trabajo deletrear “mamá”. ¿Por qué no siguen clonando a partir de un único ADN original? Esta una pregunta que no vamos a hacer, porque si le tiramos ese dato quizás nos quedamos sin juego.
La cuestión es que hace siglos, en una de sus tempranas expediciones, el ejército furon pasó de manera fugaz por la Tierra. Copas van, copas vienen… se mandaron alta fiesta y los fluidos corporales fueron de acá para allá en confusos intercambios realmente interraciales. Con lo cual, dentro de cada ser humano, hay ADN furon puro (brrrrrr, asquito y escalofríos).
De esta manera es Crypto, nuestro gris y malhumorado protagonista, el encargado de atacar la Tierra para extraer todo el ADN furon posible y así salvar a su raza. La mejor forma de obtener este recurso es hacerse con nuestros cerebros humanos, los más fresquitos posible. Es decir —y como queda claro a los pocos minutos de juego— no hay tiempo, ni siquiera un método “amable” conocido de extracción, para andar con sutilezas.
Hagamos a América fría de nuevo
El fichín nos propone acción y aventura en tercera persona, ambientado en una especie de caricatura de lo que fue el periodo de Guerra Fría en Estados Unidos. Tenemos media docena de locaciones, variadas entre sí y de alguna manera “abiertas”. Y, si bien son amplias, quedan muy lejos del estándar actual.
A medida que progresamos, podemos identificar una estructura de dos partes. Por un lado, misiones con objetivos específicos que forman parte de la historia o campaña. Por el otro, la opción de recorrer las locaciones de manera abierta, alla sandbox. Así, podemos pasar el rato con diversiones diversas, tales como la recolección de coleccionables o sembrar el caos y la destrucción porque nos pinta.
En resumen, somos los malos y debemos obrar en consecuencia. Y, gracias a una progresión demasiado benigna, llegará un momento donde los humanos no tendrán nada que hacer frente a nuestro arsenal. Desde pistolas de rayos, pasando por jetpaks y hasta la habilidad de imitar la apariencia humana, por si nos pinta el sigilo. Claro que ojalá que no les pinte, porque ir en plan sigiloso conlleva una mecánica tan arbitraria y poco pulida como embolante.
En general, la jugabilidad se siente bien y es divertida, a pesar de que llega un momento donde nuestra superioridad es abrumadora. Claro, esto siempre y cuando estemos controlando a Crypto en persona, porque apenas nos subamos a su platillo volador, de golpe vamos a notar todos los años que tiene el juego.
Otro de los puntos donde el paso del tiempo se le cae encima es en la (poca) inteligencia artificial. Una horda de hormigas asustada por una tormenta eléctrica y una corrida bancaria actúa en masa de manera mucho más inteligente que los enemigos de Destroy All Humans!
Fabio Zerpa tenía razón
La buena noticia es que estamos ante un remake más que respetable. Quizás con un estilo “cartoon” aún más pronunciado que en el original, tanto los modelos, texturas y cinemáticas están rehechas con una calidad bastante acorde a la actualidad. Probablemente algunas animaciones no se han trasladado del todo bien, pero no llega a ser algo terrible. Excepto, como ya marcamos antes, todo lo que tiene que ver con el manejo del platillo volador… ¡cuánto dolor de ojos y dedos!
Si bien somos conscientes que el juego es una traducción casi literal con una mejora técnica mediante, por momentos el tipo de humor puede sentirse algo pasado de moda. Es decir, exceptuando la sátira social y un puñado de intercambios entre Crypto y su jefe, estamos ante un humor norteamericano promedio… en otras palabras, medio pedorro. Y para colmos, en este caso, añejo.
Aún así Destroy All Humans! cumple con la función de entretener e incluso podemos hasta pasarla muy bien. Sólo tienen que tener en cuenta que estamos ante un diseño que apenas cumple con las condiciones mínimas de lo que pretendemos hoy en día. Por supuesto, para los que jugamos el original, tiene un valor extra que nos toca justo la fibra alienígena que tenemos en nuestro ADN. [i]
DESARROLLADO POR: Black Forest Games
DISTRIBUIDO POR: THQ Nordic
GÉNERO: Acción y aventura tercera persona
DISPONIBLE EN: PS4, Xbox One, PC
QUÉ ONDA: Remake de un ¿clásico? Bueno, de un juego que queríamos mucho.
LO BUENO: En general, la mejora jugable y técnica. La parodia norteamericana está bien lograda. Habilidades tan cliché como graciosas.
LO MALO: Manejar el platillo volador es tan embolante como feo. Algunos pasos de comedia se pusieron rancios. La inteligencia artificial fue abducida y convertida en hamburguesa.
Este análisis de Destroy All Humans! fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

Gustavo Sobrero, alias El Cenizas, es Secretario de Redacción de [IRROMPIBLES] y fundador de la Iglesia Savathûnista. ¿Tienen dos minutos para que les hable de Savathûn, que es el Camino y la Salvación? Pueden seguirlo en Twitter (@ElCenizasWTF) y en Instagram (@el_cenizas).
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