Respetarás las señales de tránsito
Lo que me costó recuperarme del golpe propinado por Marcos —desventura que dolorosamente relaté en el número 12 de nuestra querida revista [IRROMPIBLES]— solo yo lo sé. El tiempo pasó. Finalmente lo perdoné. Pero no antes de haber llevado mi empresa de cargas más allá de la antigua cortina de hierro. Los camioneros somos rencorosos. Pero también somos hombres. Y los hombres sabemos olvidar. Por eso Marcos… ¿Marcos? ¿Y ese quién es?
Tiempo después de instalar una nueva sucursal en la ciudad de Dresde, Alemania y contratar a dos dudosos camioneros —no sin antes comprarles sus respectivos Volvos—, decidí probar suerte en el este. Y no precisamente en “Punta”.
Ir al este tiene sus ventajas. El combustible es más barato. Hay bastante trabajo. Las ciudades están próximas entre sí. Pero también tiene sus desventajas. Varias rutas en construcción. No todas las ciudades están unidas por autopistas. Hay zonas con muchos peajes en pocos kilómetros —tan real como nuestro Buenos Aires, querido—.
Habiendo aceptado el encargo de Transinet para transportar acetileno —un gas altamente inflamable— desde Dresde hasta Budapest, capital de Hungría, tomé la autopista, puse la emisora France Bleu para relajarme y me estiré en mi confortable butaca.
No hice más de dos kilómetros que de pronto un auto se me pegó como chicle a mi zapato y comenzó a tocarme bocina animosamente. Lo primero que pensé es que tenía algún problema con la carga o con los neumáticos. Puse balizas, bajé la velocidad, me tiré a la banquina y detuve el camión para comprobar que todo estuviera en orden. Extraño fue comprobar que no había problema alguno. ¿Qué habrá querido avisarme? Retomé la marcha y cinco kilómetros después tenía detrás al mismo auto –un Prius negro– a los bocinazos y haciendo luces.
Esta vez no le hice caso, pero como el cacharro híbrido insistía, disminuí la velocidad hasta el mínimo permitido, para ver si me pasaba de una buena vez. Quizá cansado de ir tan lento y viendo que el resto del tráfico nos pasaba peligrosamente, decidió que ya no tenía sentido seguir con el juego y me pasó —dejando un carril y auto de por medio para que no pudiera identificar su chapa—.
Ahí es cuando sentí la espina. Soy camionero. No puedo dejar las cosas así como así. Estaba trabajando, pero tenía tiempo de sobra hasta la entrega. Si este tipo —o tipa, no hay que prejuzgar— quería jugar conmigo, no se la iba a perdonar. Menos mal que antes de salir había deshabilitado el limitador de velocidad. Así que saqué el gancho que mantiene flojo mi cinturón de seguridad y apreté el acelerador a fondo. El Prius me había sacado varios cientos de metros, pero el tráfico era escaso y todavía podía distinguirlo a la distancia.
Euro Truck Simulator 2 comenzó a recorrer las rutas del viejo continente a principios de este año. En este breve pero fructífero recorrido, cosechó una gran base de fanáticos camioneriles alrededor del mundo. Algo que sus desarrolladores supieron agradecer con importantes mejoras. Desde nuevas opciones en la configuración de conducción, como la posibilidad de deshabilitar el molesto limitador de velocidad –libertad–, mejoras en los diseños y física de los camiones hasta, recientemente, la creación de www.worldoftrucks.com —todavía en fase alfa— que, por ahora, nos permite crear un perfil, vincularlo al juego y compartir imágenes del juego con el resto de los jugadores.
Poco a poco fui recortando la distancia. Cuando estaba a menos de cien metros, el tipo —o tipa— decide salirse de la autopista y tomar por una ruta agreste de un carril por mano. Le sigo la jugada justo a tiempo, no sin antes cruzarme desde el tercer carril de la izquierda en una maniobra muy arriesgada. El tráfico ahora era más que denso. Un Clio se interponía entre mi antagonista y yo. Intento una maniobra de sobrepaso en el momento justo en que terminaron de pasar un camión y diez autos en fila. Aceleré. 80. 90. 100. 110. 120 km/h. Las revoluciones estaban al límite y la adrenalina corría tanto como mi camión. A la primera curva cerrada que se presentara podía terminar por el piso la carga… ¡inflamable! Lo había olvidado por completo.
Este pequeño detalle no hizo más que aumentar mi excitación, pero no levanté el pedal. Ya tenía al Prius justo adelante cuando puso la luz de giro. Había una estación de servicio a setecientos metros. Le seguí la corriente e hice lo mismo. Ambos nos detuvimos en la zona de descanso, manteniendo algunos metros de distancia. No le di tiempo de bajarse que ya estaba caminando —garrote en mano— con mi paso cansino. Este tipo me va a escuchar. ¿Qué se cree? A mí no.
Por los vidrios polarizados no pude distinguir al ocupante que me espetó un “¿Desde cuándo te las das de loquito arriba del miónca? ¿Adónde está el míster ínglish que respeta todos los cartelitos esos que sugieren, nomás?”. Ahí lo comprendí. El timbre de voz. La forma de hablar. No había dudas. Era Él. Había caído en su trampa. Tenía razón. Ya no era el mismo de antes. Nunca debí haber deshabilitado el limitador de velocidad. [i]
DESARROLLADO Y DISTRIBUIDO POR: SCS SOFTWARE
GÉNERO: Simulación
PLATAFORMA: Windows, Linux
QUE ONDA: Euro Truck Simulator 2: Going East! es una expansión que agrega 4 países con 13 ciudades de Europa del Este.
LO BUENO: Amplía el mapa del juego en poco más del 20%. Complicadas rutas de montaña.
LO MALO: Las ciudades son similares. No están representadas con sus edificios emblemáticos.
El análisis de Euro Truck Simulator 2: Going East! fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
Fernando Coun, alias Shinjikum, es un viejo prócer del fichín que comenzó a colaborar con el equipo original de [i] allá por los tiempos de la gloriosa XTREME PC (en el siglo pasado). Es un gran fan de los juegos de carreras y las aventuras gráficas, y actualmente está traduciendo Sandokan de Emilio Salgari, por el placer nomás.
- CALIFICACIÓN77%