Papiroflexia mecanografiada
EL PROBLEMA DE LA HOJA —o pantalla— en blanco cesó, recién nomás, con la primera letra “E”. ¿Con cuál sino con la más utilizada en nuestro estricto castellano? ¡Gracias “E”, sabía que podía contar con vos! A ellos les pasó algo parecido.
Los lanzaron a un vacío casi infinito. Ella, una joven de larga cabellera blonda, montaba a pelo un gran zorro colorado de tres colas. No se sentían solos: el calor por el contacto directo entre ambos, era todo lo que necesitaban.
En un simple cuadrado apenas garabateado, flotaban sobre un mar de dudas. Entonces, el mundo comenzó a desplegarse frente a sus ojos. Poco a poco, desdoblándose en imperfectos trozos de papel, tomó color y forma. El zorro, siguiendo su instinto, echó a andar por el único camino posible. Con cada paso, el espacio a su alrededor se llenaba: tierra, arena, agua, árboles, rocas y montañas enteras.
De pronto, el viaje mágico de nuestra peculiar pareja se vio interrumpido. “T”, “R”, “O”, “N”, “C” y “O” hicieron el hechizo que despejó el sendero. “Estamos en casa”, se dijo la niña, como para darse ánimo, al contemplar el paisaje. Nadie salió a su encuentro.
En ese preciso momento una bola incandescente atravesó el cielo, estrellándose en las proximidades del pueblo. De la misma aparecieron, sin previo aviso, criaturas extrañas que empezaron a rodearlos. Rastreras, arácnidas, voladoras. “S”, “A” y “L”, lanzaron. No fue suficiente. “U”, “V” y “A”, insistieron. “T”, “E” y “Z”, remataron. Así, de a una cayeron a sus pies, fulminadas por el implacable alfabeto.
El universo y la historia continuaron expandiéndose ante la marcha cadenciosa del dúo. Rayo, fuego, hielo y aire: las armas que encontraron para hacer frente a la hostil realidad. Cada una con sus virtudes y sus defectos. No siempre podían elegir cuál usar, a veces estaban obligados por la naturaleza del enemigo.
Atacaba el rayo, múltiples oponentes. De a uno, sin embargo, los consumía más rápido el fuego. Para detener su avance, qué mejor que el hielo. Pero si de alejarlos se trataba, el aire era la mejor opción.
Si de la nada misma a un puñado de tierra ya hay un abismo, imagínense entonces si les cuento que esta muchacha y su fiel guía anduvieron por ocho reinos. Desde los helados hielos de los montes del sur, a las tórridas cavernas septentrionales. Sin olvidarme del angustiante desierto del poniente, ni de la eléctrica ciudad abandonada, quién sabe cuándo ni por qué, siempre ajena a los rayos del sol.
Enfrentaron los, cada vez más difíciles, retos impuestos por esa mano omnipotente —la del equipo de desarrollo de Fishing Cactus—. Insectos por doquier que requerían ataques mucho más complejos: “M”, “U”, “L”, “T”, “I”, “P”, “L”, “I”, “C”, “A”, “D”, “O” y “R”, por fin.
Con los dedos bastante cansados de tanto tipear, llegaron —como yo ahora— al final del periplo. En este punto, la identificación de los héroes con el cronista, es total. Entre la página/mundo en blanco y el inminente desenlace del artículo/videojuego, tan sólo encontramos una larga sucesión de “P”, “A”, “L”, “A”, “B”, “R”, “A” y “S”. [i]
DESARROLLADO POR: Fishing Cactus
DISTRIBUIDO POR: Plug In Digital
GÉNERO: Acción, Aventura
PLATAFORMAS: Windows, Mac, Linux
QUÉ ONDA: Epistory – Typing Chronicles es una original aventura para los amantes de la mecanografía. ¡Todo un desafío sin gamepad!
LO BUENO: Hermoso entorno origami. Dificultad ajustable. Rejugabilidad con arenas de combate, rankings en línea y mods.
LO MALO: A algunos le puede parecer algo corto. Al momento de escribir este review hay un solo mod.
El análisis de Epistory – Typing Chronicles fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.

Fernando Coun, alias Shinjikum, es un viejo prócer del fichín que comenzó a colaborar con el equipo original de [i] allá por los tiempos de la gloriosa Xtreme PC (en el siglo pasado). Es un gran fan de los juegos de carreras y las aventuras gráficas, y es autor del blog traduciendo Sandokan.
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