Príncipe de Francia
El monitor monocromo quemando las corneas, Disintegration sonando de fondo y amigos alrededor mirando, sin dar crédito a nuestros ojos, lo que parecía el juego mejor animado jamás creado. La década del 80 estaba terminando y parecía que el futuro del gaming había llegado de la mano de Prince of Persia. Ahora, 35 años después del primer príncipe y tras 14 años de tocar por última vez la franquicia, Ubisoft retoma la saga. ¿Está Prince of Persia: The Lost Crown como para llevarse la corona?
No es ningún secreto, en los últimos años Ubi está bastante cacheteado, tanto por consumidores como por la prensa. En la lista de tópicos, a la cabeza están las políticas comerciales con olor a rancio y los juegos derivativos sin alma. Una situación que parecen empeñados en profundizar, después de un Avatar: Frontiers of Pandora que estuvo “zafable” y un Skull & Bones en el horizonte, listo para naufragar zarpar. En este contexto, que viene de largo, nos preguntábamos donde estaba esa Ubi que sacaba buenos juegos. Y la respuesta llegó con Prince of Persia: The Lost Crown. Para más, no es solo un buen juego, sino que se posiciona como uno de los mejores metroidvania que disfruté en el último tiempo.
El artista antes conocido como Prince of Persia
De movida, Prince of Persia: The Lost Crown nos pone en las “chanclas” de Sargon, la última incorporación y el más joven de los Inmortales. Esto un grupo de guerreros “re pulentas” que protegen Persia que, si bien no son realmente invencibles, son capaces de canalizar una energía mística con la que hacen estragos entre sus enemigos.
Cabe aclarar que, ya en la presentación del grupo, no podemos evitar decir “upa, arrancamos re bien”. Cada uno de nuestros seis compañeros (¡hola de nuevo, Kurosawa!) tiene una estética, movimiento y personalidad tan identificable que automáticamente ya comenzamos a querer saber más ellos. Así, en plena cinemática de combate, conocemos a Sargon que, al igual que los anteriores protagonistas, tampoco es príncipe. Pero sigamos adelante, no nos pongamos a debatir por qué se llama así la saga, por favor.
Después de una primera batalla, nos vamos al palacio, donde se celebra un banquete en nuestro honor. En medio de esta distracción, unos encapuchados secuestran (ahora sí) al Príncipe de Persia, un tal Ghassan. Este pibe exuda indefensión, da toda la impresión de haber pasado la vida sin abrochar sus propios pantalones, ni una vez.
Así, Sargon y el resto de los inmortales emprenden el viaje para rescatarlo. Para esto, se trasladan a la ciudad maldita del Monte Qaf, un lugar donde el tiempo está roto. Por supuesto, estaba claro que el tema del flujo temporal iba a entrar en algún momento. En fin, hasta aquí vine esquivando spoilers y voy a detenerme en este punto porque cada vez se complica más evitarlos. Lo cierto es que, en general, la historia es bastante genérica e incluso en algún punto predecible, pero se sostiene a base de intervenciones de los geniales protagonistas. Y sí, hay algún que otro “girito” copado pero, en el fondo, esperable. Mejor vayamos a los motivos por los cuales le perdono todo.
Peleando la corona del metroidvania
En Prince of Persia: The Lost Crown las reglas del género se aplican a la perfección. Tenemos un mapeado enorme, con secciones muy identificables visualmente. Está muy interconectado y, por supuesto, existen zonas a las que podemos acceder luego de obtener una habilidad específica. Cabe aclarar que no hay generación procedural, sino que el mapa está diseñado de una manera perfecta, con un gran plataformeo y se siente muy fluido al atravesarlo.
En cuanto a las habilidades que desbloqueamos, tenemos de varios tipos. Primero que nada, tenemos una variedad relacionada con el uso de nuestra energía mística. Estas nos permiten desde conjurar pozos de curación hasta ejecutar ataques especiales brutales, que pueden detonarse a gusto, siempre y cuando tengamos carga suficiente. Como era de esperarse, esta carga de energía se logra repartiendo sopapos a diestra y siniestra.
Por otra parte, podemos colgar dijes mágicos de nuestro collar, los cuales nos otorga distintas bonificaciones, tal como mejorar la fuerza de algunos golpes, ser más resistentes al daño o incluso darnos vida extra. Por último, aprendemos nuevas habilidades relacionadas con el flujo del tiempo, las cuales son útiles tanto en combate como para acceder a nuevas zonas. En este punto solo voy a hablarles del deslizamiento aéreo, que es lo que más se vio en videos promocionales. Sobre el resto, prefiero no arruinarles la sorpresa, pero sepan que hasta las menos espectaculares sirven a un propósito, que termina de redondear una experiencia de juego excelente.
En relación con lo anterior, no puede dejar de mencionar las secciones donde se plantean una suerte de puzzles. La gran mayoría tiene un diseño muy ingenioso y terminan siendo muy gratificantes resolverlos. El uso de habilidades para este fin, tanto de Sargon como de nuestras armas, es clave y está implementado de manera excelente. Pinchos, cámaras de la muerte, plataformas etéreas y mucho más nos dan una “alegría acrobática” inmensa.
Vengan de a uno, Leónidas
Otro aspecto genial es el combate. De movida puede ser simplón, pero cuando comenzamos a descubrir todas las posibilidades y combinaciones, realmente explota. Golpes comunes, cargados, combos, combate aéreo y a distancia son solo algunas de las maravillas que nos tienen preparadas. Mención especial para la mecánica de parry, donde acertar es hermoso y errar es catastrófico. Y es que, aunque no lo crean, Prince of Persia: The Lost Crown es muy duro. No al punto del un soulslike, pero tiene una dificultad tal que no podemos minimizar ni al enemigo más pedorro.
Ni hablemos de los jefes, donde muchos de ellos nos presentan peleas durísimas hasta que descubrimos la estrategia a seguir. En otras palabras, el diseño de estos enemigos es estupendo, tanto estético como en mecánicas. Esto habla de que el juego nos aprieta, pero que también no se suele sentir injusto, salvo algunos momentos donde la dificultad pega unos saltos que nos deja estupefactos, como meme de Travolta.
Pero aquí entra algo que merece la pena mencionar, que son las opciones de accesibilidad. La dificultad planteada como estándar está perfecta (salvo los picos mencionados) para la gran mayoría de jugadores. Ahora, Ubi pensó en que el juego lo pueda disfrutar todo el mundo. Para ello, no solo podemos ajustar los niveles generales de dificultad, sino que también tenemos opciones como que nos pasen “facilito” las secciones complicadas de plataformeo. Incluso, que nos marquen todos los objetivos en el mapa, reduciendo así la complicación de tener que explorar y perderse. Para el que quiere la experiencia pura, que no toque nada. Para aquel que se siente atraído a la saga, pero se le complica con el desafío, a toquetear la configuración.
Era por acá, Ubi…
En cuanto a la envergadura técnica, podemos llegar a pensar a Prince of Persia: The Lost Crown como un producto menor, siempre en el contexto de las bombas AAA que Ubi lanza año a año. En lo personal, siento que es el juego de Ubisoft que más disfruté desde Immortals Fenyx Rising. Un metroidvania en 2D que se complica solo en las cosas donde tiene que complicarse. Con una estética hermosa, bien animado, un placer responsivo. Casi todo en este juego está bien y no hizo falta meterle mil millones de horas de contenido, ni microtransacciones o contenido de pago absurdo. Se respira originalidad, pese a que el género está a esta altura más que transitado.
Quizá es hora de dejarse de joder con perseguir a la gallina de los huevos de oro del “juego como servicio”. U optar por dejar descansar la plantilla de Far Cry, desgastada a base de lanzar juegos enormes en el menor tiempo posible. Es evidente que cuando un estudio con la maestría de Ubisoft Montpellier (padres de los mejores Rayman) se pone a trabajar en un proyecto con alma, salen estas maravillas. El trazado de rayos no es divertido en sí mismo, tampoco 100 horas de contenido pedorro. Prince of Persia: The Lost Crown es, en lo personal, el mejor juego de la saga y no le hace falta nada de eso, porque le sobra corazón y magia. [i]
DESARROLLADO POR: Ubisoft
DISTRIBUIDO POR: Ubisoft Montpellier
GÉNERO: Metroidvania
DISPONIBLE EN: PC, PS5, Xbox Series X|S, PS4, Xbox One.
QUÉ ONDA: El príncipe ha vuelto, que viva el príncipe.
LO BUENO: Excelente estética y animación. Personajes geniales. El combate, el plataformeo y los puzzles. El mapeado, diverso, enorme y con un diseño excelente. Controles súper responsivos. La exploración, los poderes especiales y la integración de ambos.
LO MALO: Algunos bugs menores y unos pocos picos de dificultad. La historia es un pelín genérica.
Este análisis de Prince of Persia: The Lost Crown fue realizado a través de un código de PC provisto por sus desarrolladores.
Gustavo Sobrero, alias El Cenizas, es Secretario de Redacción de [IRROMPIBLES] y fundador de la Iglesia Savathûnista. ¿Tienen dos minutos para que les hable de Savathûn, que es el Camino y la Salvación? Pueden seguirlo en Twitter (@ElCenizasWTF) y en Instagram (@el_cenizas).
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